Una de las críticas más corrientes contra la resolución racional de problemas consiste en decir que es más fácil decidir qué es lo que ha de hacerse, que conseguir que, de hecho, se realice. Es decir, poner en práctica una decisión.

Lo lógico sería, que cuando necesitamos elegir entre diferentes soluciones, tuviéramos en cuenta la viabilidad, es decir, que fuéramos capaces de llevarla a cabo.

Aquí, te ofrezco tres listas para comprobar si somos capaces de encontrar una solución.

Para que la solución sea aceptable, debe parecer:

1. Técnicamente factible (debe parecer que, de hecho, funcionará).
2. Políticamente aceptable (que no implique cambios que aparentemente vayan contra los intereses de alguien con suficiente poder como para impedir su ejecución).
3. Desde el punto de vista administrativo, conveniente (en concordancia con las costumbres, procedimientos, prácticas de la organización, de manera que sea factible para las personas que, de hecho, tienen que realizar el trabajo.

Para que merezca la pena, se debe intentar buscar una solución concreta, y todos aquellos involucrados en el proceso deberán estar convencidos de que:

1. Funcionará: es decir, que será técnicamente posible.
2. “Ellos” harán que funcione (ellos son todos aquellos cuya cooperación es necesaria para poner la solución en práctica)
3. Reportará un beneficio (ya sea económico o de cualquier otro tipo).

Para que sea aceptada:

1. Debe aparecer relacionada de alguna forma con un problema que de verdad esté afectando a las personas.
2. Debe sugerir con claridad un estado de cosas que generalmente sería aceptado como una mejora.
3. Debe ofrecer al menos un primer paso útil hacia un mejor estado de las cosas, y además, ser fácil de acometer por aquellas personas que tengan que implementarla.

Espero que os sirva . Buen fin de semana.

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