Todos los grupos, sean de la naturaleza que sean, pasan por distintas etapas. Unas tremendamente enriquecedoras y otras enormemente frustrantes e incluso autodestructivas.
Por el sendero correcto recorren un camino que va de cero confianza a una confianza absoluta, creciendo en cohesión, compromiso, rendimiento y eficiencia. Si bien, en este viaje el equipo también puede descarrilar.
Del mismo modo, si descuidamos a un equipo que ha alcanzado niveles de máximo rendimiento también podemos hacerlo retroceder a niveles de resultados futuros muy inferiores.
Cuando un equipo tiene un riesgo de descarrilamiento lo mejor que se puede hacer es tomar cartas en el asunto lo antes posible si no queremos que la situación continúe degradándose, llegando a afectar a más ámbitos de la organización y su consiguiente daño en términos humanos y por ende, económicos.
Por ello, es vital conocer el estado en el que se encuentra el grupo, para ayudarlo a crecer o para devolverlo a la buena senda en caso de que ya haya descarrilado.
Ahora mismo, puedes estar pensando que tu propio equipo o tu organización funciona ya con altas cotas de rendimiento. El problema que encontramos es que, en muchas ocasiones, la mayoría, ni el propio líder es consciente de la situación real en la que se encuentra su equipo.
Es muy habitual también, encontrarse equipos en los que parte, o incluso cada uno de sus miembros, piensa estar en una de las etapas de ese camino. O bien, precisamente por el estadio en el que se encuentra el equipo, pensar que todo va bien y que el grupo goza de una salud de hierro, cuando en realidad lo que se evidencia es una manifiesta aversión a los conflictos, con las consiguientes consecuencias negativas que ello acarrea en cohesión, confianza, comunicación, eficiencia…etc
Por lo tanto, lo primero que debemos hacer es realizar un buen diagnóstico de situación de ese determinado equipo.
Hay que tener en cuenta que cualquier diagnóstico es una foto en un momento preciso. Con lo que nunca debemos descuidar ese ojo analítico sobre el estado de nuestro equipo.
La sola elaboración del diagnóstico ya propicia conversaciones de alineamiento de alto valor que nos ayudaran a empezar ese trabajo hacia la excelencia. Será crucial para:
- Que el grupo tome conciencia de su situación.
- Saber si cada miembro lo está viviendo de manera diferente.
- Actuar.
A partir de este momento se inicia un trabajo detallado, preciso y orientado a hacerle avanzar por los diferentes estadios por los que pasa cualquier equipo antes de llegar a su máximo nivel.
Hacer saltar las barreras (conscientes e inconscientes) que le impiden ir avanzando en su camino hacia el estadio más alto de confianza, compromiso y cohesión, su estadio de alto rendimiento.
Es primordial que un agente externo y con experiencia en coaching de equipos, guie al líder y a su equipo en este proceso. Un catalizador que invite a participar con compromiso. Tanto en el diagnostico como en las dinámicas que se deben emplear, debe asegurarse objetividad a la hora de canalizar las emociones que seguro suscitará el ejercicio. Además, cada una de las dinámicas deben ser las apropiadas según la fase en la que se encuentre el grupo.
Es momento de sacar lo mejor de nuestros equipos, de innovar y de atreverse a hacer cosas diferentes.
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